Finalmente salimos de Ceuta casi a las ocho y media de la tarde. Nuestro destino era Jubrique, un precioso pueblecito situado en uno de los más recónditos rincones del Valle del Genal.
Salimos y no las teníamos todas con nosotros. Mucha lluvia y un mar algo revuelto. Aunque finalmente el viaje en barco de vuelta de Ceuta fue lo de menos. Algún que otro “revolcón” en el estómago por los vaivenes, pero el resto bien.
Al llegar al Puerto de Algeciras se veía como caía el agua a mansalvas con el mero gesto de mirar la luz de las farolas. Nos montamos en el coche y el limpiaparabrisas ya no daba más de sí. Durante todo el recorrido tuvimos lluvia, mucha lluvia. Al pasar Castellar un árbol en mitad de la carretera. Llamamos a la Guardia Civil que nos pidió precaución al despedirnos de nuestra conversación. Llegamos a Gaucín y seguía lloviendo y en ese punto tuvimos a la estrella invitada del día: La niebla.
Como siempre, en lo climatológico, el Genal nunca decepciona.
Llegamos a Jubrique sobre las doce y media de la noche. Gracias a David (mismetasporti) por abrirnos la puerta del hotel.
El Valle del Genal siempre merece la pena
A la mañana siguiente nos levantamos pronto. El cuerpo todavía notaba el hachazo del día anterior… y del chaparrón…y del viaje. Me tomé un “café bebío” (expresión castiza que me encanta) y nos pusimos manos a la obra. Había que convertir aquello en una fiesta por más que lloviera (que seguía lloviendo, vamos…)
En la cara de Fina estaba la preocupación de un arroyo desbordado y de un corrimiento de tierra que impedía que los miembros de uno de los avituallamientos llegaran a su destino.
Al final sacaron la carrera y en ese mismo instante empezaron a trabajar como hormiguitas para que todo estuviera bien a la llegada de los corredores. No sé como lo consiguieron, pero al final estaba todo en su sitio al paso del pelotón.
La lluvia volvió a ser protagonista durante toda la mañana.
A partir de ahí, con todos los lastres desatados empezamos a disfrutar, a gritar, a animar y a contar esas pequeñas grandes historias de la gente que tanto nos gustan. Nos encantó volver a ver a un Nono que se reconciliaba consigo mismo después de una edición dura de Bandoleros; disfrutamos viendo como la ganadora, Linda Lange, se emocionaba cuando llegaba a meta y se daba cuenta de que había ganado la carrera… En la salida tocó sufrir un poquito por las incertidumbres generadas por la climatología durante toda la noche, pero cuando todo se resolvió disfrutamos como niños…
Nono ha vuelto... A Linda le costó creérselo e Igualeja SIEMPRE PRESENTE.
Sobre todo cuando recibimos a nuestro amigo David Chocano (mismetasporti.com) con la manopla puesta y con Naiara de su mano. Muy cerca, haciendo fotos con el teléfono, estaba Bárbara. Naiara sufrie Hemiparesia, necesita de contínuas sesiones de fisioterapia y sus papás están hechos de una pasta especial y no están dispuestos a rendirse, así que toda la gente que corrió Jubrique el pasado domingo ayudó a Naiara a tener una mejor calidad de vida. Naiara no necesitó dar las gracias al final de la carrera. Sólo se subió al escenario y esbozó una amplia sonrisa que recibió la ovación de la gente que todavía abarrotaba la plaza de Jubrique.
Estar en el Trail de Jubrique siempre es estar en familia. Es recuperar las sensaciones más primarias de este deporte, de este oficio, es saborear sonrisas, lágrimas, éxitos, fracasos…
¡¡Todos con la Hemiparesia, todos con Naiara!!
Miramos a nuestro alrededor y casi no nos creíamos que estuviera sonando esa canción con la que cerramos cada ceremonia de entrega de trofeos (Sin Rumbo – Volveremos a casa)… Cogimos el coche, la lluviaa había parado, el sol se asomaba tímidamente. A la altura casi de Atajate, un precioso arco iris cubría el Valle desde Encinas Borrachas hasta Faraján…
Supongo que era una especie de regalo, una especie de bienvenida… una especie de antesala del descanso de los guerreros, que durante este fin de semana fuimos también un poquito legionarios.