La Cuna. Carrera legionaria entre murallas.

Pedro Chito

Todo apuntaba mirando la previsión el viernes temprano a que iba a ser otro de esos fines de semana pasados por agua. Giselle (así se llama la borrasca) había venido para quedarse y había elegido el viernes, el sábado y el domingo como sus días de máxima actividad.
Nos plantamos en Algeciras y a las seis de la tarde cogimos el Ferry (Pasió per Formentera) para cruzar el estrecho y llegar hasta Ceuta. En el mismo Ferry se empezaba a palpar un ambiente distinto, diferente. Había ambiente de carrera legionaria. Era como los 101, pero en barco. Ante todo buen rollo, buena energía y muchas ganas de salir airosos del envite con “La Cuna” en cualquiera de sus modalidades.
Ya en Ceuta nos dimos un paseo por la ciudad con nuestro amigo Mateo García Cabello, el impulsor del libro del XX aniversario de los 101. Ahí la cosa ya era más a lo bestia. Ceuta estaba hasta las trancas de deportistas y se notaba porque muchos de ellos lucían sus sudaderas de los 101, de la Desértica, de la Africana o de otras pruebas…
También nos encontramos a Ezequiel acompañando a corredores y amigos de Los Palacios en el paseo por la ciudad autónoma. Un enamorado de Ceuta que sabe enseñar la ciudad, sus rincones y sus bares como pocos sepan. Gracias amigo.
Nos fuimos pronto a dormir porque al día siguiente iba a ser largo.

Día de reencuentros

Muy temprano estábamos en las Murallas Reales de Ceuta con buen ambiente desde el primer momento. Los ciclistas aliviaban la espera como buenamente podían, comprobando el cambio, probando frenos, chequeando el reloj… Todo por tal de arañar unos minutos o unos segundos a la tensa espera.
El coronel se subió en una repisa y con un rápido discurso y los “vivas” correspondientes sonó el impresionante cañonazo que daba la salida a las bicicletas. Con los marchadores ocurrió lo propio. Más ansiedad y más ganas de arrancar si cabe.
No hubo cuenta atrás: Discurso y cañonazo. Sin preámbulos.

Buen nivel deportivo en las tres modalidades

A partir de ahí cogimos sitio en la línea de meta y fuimos recibiendo a los primeros clasificados de la 20k, a los de BTT y a los de la 50K.
Llegamos al mediodía entre nubes, claros y algún chaparrón disperso. Pero a partir de ese momento (las 14 aproximadamente) empezó a caer agua y ya no paró en toda lo que la meta estuvo abierta.
A pesar del chaparrón, como de costumbre, allí seguía la gente de la legión, impávidos, cumpliendo con su deber y sin moverse un centímetro. Ayudando, animando y asistiendo a toda la gente que iba aterrizando en meta.

A partir del mediodía, la lluvia no paró un momento

En la carrera larga eran dos los sectores bien diferenciados: Una primera mitad de 25 kilómetros con mucho asfalto y mucho paseo marítimo y una segunda mitad de la misma distancia con más zonas técnicas y desniveles más pronunciados.

En la meta volvimos a vivir, como siempre pasa en estas pruebas legionarias, un poquito de todo: Emoción, dedicatorias, lágrimas, alegría desbordada, sentimientos…
Cúmulos de sensaciones que, muchas veces, se agarran al alma y escuecen como escuece el alcohol en las heridas.

Nuestra más cariñosa felicitación al Tercio Duque de Alba 2º de La Legión porque el trabajo del pasado sábado no era precisamente fácil. Incluso de vuelta al puerto en una furgoneta de la organización veíamos a algunos legionarios a la interperie, regulando el paso de corredores, como una auténtica sopa, que seguían gritando y jaleando a los últimos corredores que a las ocho menos algunos minutos de la tarde todavía iban camino de la línea de meta.

Gana quien llega primero, pero también quien termina.

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