Bandoleros o las cosas que me quedo…

Pedro Chito

El espíritu de un Bandolero

A su modo, Ultra Trail Sierras del Bandolero es como fin de año. Una prueba que en muchas ocasiones contempla un inicio o final de ciclo para algunos runners, una prueba que es “la madre de todas las fiestas”, una prueba que deja una resaca importantísima en buena parte de sus ediciones.

Las cosas que queda, lo bueno frente a lo malo

De Bandoleros estamos leyendo un poco de todo, como también es costumbre:
críticas, elogios, comentarios constructivos, destructivos… Pero la realidad es que es una prueba que siempre vuelve, que siempre está en nuestras cabezas.

Para mi Bandoleros es el sabor del café en la esquina del Carmen, es buscar aparcamiento cerca de la plaza, la tertulia en la chimenea de Cuatro Vientos, son fotos y selfies por un tubo, es un arco verde y amarillo, es el entusiasmo de Juanillo Olmedo, son las patillas de Rafa Yunquera, es Juande Mateos con una sonrisa imborrable, es Javier Losada con barbas de estreno, es echar de menos a David Latorre pero disfrutar con Gloria y Jorge, es una cerveza que alguien te trae diciendo: “te la has ganado”, es Nany gritando como una descosida, es María con los tres niños y el carro abrazando a Nono antes de salir, es Pepe de Grazalema sacando la navaja y jurando los preceptos, es la Cuqui pidiendo otro eurito para un café, es Miguel Ángel Pozo con un teléfono pegado a la oreja.

Son sonrisas, gestos...

Bandoleros es el optimismo de Cristina de Cózar en El Boyar, la concentración de Juan Trigo ya en busca del puerto de las presillas, es Peri Gámez mirando a los ojos a los corredores y preguntándoles por la malla larga, es un voluntario mojándose en mitad de la nada, es JotaJota retirándose con una sonrisa en los labios, es Belinda sabiendo que la cosa no va bien, es el miedo al Simancón, es el respeto a la bajada hasta Villaluenga, es la Gaciño unos años después disfrutando de aquello que un día sufrió, es Grazalema y su avituallamiento volcados en ayudar a los corredores en la asistencia, es Alfonso Cabrera y su amor eterno a esa sierra, es Xes de Cádiz achuchando a los blues, es mi amigo Paco Priego de vuelta sin sensaciones… pero de vuelta, es Rafa sin su eterno callao pero con la misma ilusión, es Judit e Ilde preocupados por el “tiempo”, es una caja con galletas de coco y chocolate, es la preocupación porque no para de llover.

Son el sabor amargo o dulce de las cosas, según se vivan

Bandoleros es el domingo por la mañana, es la sensación de cansancio al sentarte en el coche el domingo por la tarde, es la Sierra de Grazalema de vuelta a casa, los arroyos desbordados, el barro, la lluvia, el frío y la sensación de pensar: ¿De qué está hecha esta gente?

Bandoleros es una carrera con muchas aristas, con mucho margen a la mejora…
Pero está claro que es única en su especie.

Son cosas más o menos genuinas, pero siempre gratificantes

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